GUIÓN
"LOS HOMRES DEL ORO"



Sector Mina La Cobriza, Inca de Oro. 90 kilómetros al noreste de Copiapó. Siete de la mañana.

Raúl Adriazóla, pirquinero, sale cada mañana hacia los cerros en busca del oro. Por años ha hurgado en las entrañas de esta árida tierra, persiguiendo el preciado elemento mineral.

Como todo minero, sueña con un golpe de suerte que le permita encontrar la ansiada veta de la fortuna.

Raúl Adriazóla es uno de los últimos representantes de un oficio que tuvo gran importancia en el Norte de Chile por más de dos siglos: el pirquinero o minero artesanal. En la actualidad, sin embargo, los grandes cambios económicos en la minería han convertido a los pirquineros en un grupo social en extinción.

Raúl trabaja habitualmente sólo, pero en ciertas ocasiones –cuando la suerte ha estado esquiva- se une a otros pirquineros que trabajan en alguna faena mayor.

Para el minero, la búsqueda del oro es siempre una aventura incierta… Puede encontrar de pronto mucha riqueza, pero también puede pasar largo tiempo sin encontrar un mineral valioso.

El espíritu del pirquinero está hecho para enfrentar estos frecuentes altibajos en su actividad. Si no sale lo que espera, sabe que tiene que seguir luchando… Como dice Raúl Adriazóla: el que busca, encuentra.

Bajar al profundo socavón es ya una rutina para el minero. De tanto hacerlo, aprendió a vencer los miedos y peligros que encierran estos oscuros laberintos.

Juan Díaz es un veterano minero que obtuvo grandes ingresos en años anteriores. Como es común entre los pirquineros del oro, hoy se conforma con encontrar una veta modesta que le asegure una mínima subsistencia.

Don Juan y su compañeros llevan varios días trabajando en esta mina. Vienen siguiendo una veta y están confíados en que pronto surgirá material con buena ley de oro.

En medio del incesante tronar del compresor, se preparan los tiros para volar una nueva sección de roca. Aún con los eficientes elementos con que cuentan, la perforación es lenta y dificultosa. La dura roca del cerro no entrega fácilmente el oro que guarda en sus entrañas.

"Quemar", en jerga minera, es la faena de usar explosivos. Este nombre alude a la acción de encender las guías o mechas de los cartuchos de dinamita, que junto con el explosivo granulado se introducen en cada perforación.

Al mediodía, el almuerzo es una detención obligada en las faenas mineras. Sirve también para dar tiempo a que se disipe el polvo y el humo de las explosiones al interior de la mina.

Es la hora de la verdad. ¿Es tan buena la veta como se veía exteriormente?, se pregunta el pirquinero cada vez que baja a verificar los resultados de una tronadura. Con su experiencia, le basta ver algunos trozos para saber si el material es bueno o no.

El material extraído de la mina es separado y almacenado de acuerdo a su tamaño. Esta clasificación es necesaria para la faena de molienda y procesamiento del mineral que se hará posteriormente.

El material rocoso mas pequeño y molido será procesado en el Tambor o Molino de Bolas… El de mayor tamaño se llevará al Trapiche o Molino de Ruedas.

Don José Araya es un veterano pirquinero. Con mas de 60 años en estas faenas, su experiencia y conocimiento de la minería del oro es ya proverbial.

Don José prepara un poco del material recién extraído para "tirar el cacho", método que permite medir la "ley" o calidad de oro que trae la roca. A este método empírico, se le llama también "ensayo" o "poruñazo". En manos de un experimentado minero como Don José Araya, es tan preciso como el análisis químico usado para medir la ley de un mineral.

Al caer la tarde, se completan la faenan en la mina con el transporte del material extraído hasta Inca de Oro. En esta localidad cercana se encuentran los molinos que utilizan los pirquineros para moler y procesar sus minerales.

Inca de Oro, 90 kilómetros al noreste de Copiapó, es una pequeña localidad al interior de la Tercera Región de Atacama. Desde sus inicios como estación del Ferrocarril del Norte, ha vivido de la minería del oro. Curiosamente, tuvo en sus comienzos otro nombre.

Don Belisario Marín, antiguo vecino de Inca de Oro, recuerda las curiosas circunstancias que dieron origen a su actual nombre.

La abundancia de oro dió riqueza a muchos mineros de este pequeño pueblo de Atacama. Sin embargo, es bién sabido que para un pirquinero, la fortuna suele ser fugaz y fácil de perder.

Seguramente por eso, Inca de Oro vive hoy de recuerdos y esplendores pasados.

De estos años de gran riqueza y abundancia, Inca de Oro conserva sólo vestigios. Como un recuerdo de aquella época de abundancia y derroche, se ven en sus calles los restos de diversos vehículos que un día fueran modelos caros y apreciados.

El término de la riqueza aurífera, a fines de la década del 50, congeló abruptamente los tiempos de juerga y despilfarro en Inca de Oro, la antigua Estación Cuba. Desde entonces ha sido un pueblo fantasma que mira el pasado con nostalgia, añorando tiempos que no volverán.

Pero no todo el período de mayor riqueza que dió el oro, fue derroche y diversión banal en Inca de Oro. Hubo también gente altruísta que trabajó por su desarrollo artístico y cultural.

La vida continúa en Inca de Oro, y los pocos mineros que aún sobreviven, siguen trabajando arduamente para extraer, aúnque sea algunos gramos del ansiado elemento aurífero.

El material mas pequeño traído de la mina se muele en el tambor que don José Araya tiene en Inca de Oro.

En este molino, que gira con bolas de hierro en su interior, la tarea es larga y tediosa… Toma un par de jornadas procesar veinte sacos de material.

En el tambor se muele el material mas fínamente, al mismo tiempo que se lava con agua y se le agrega mercurio. Este elemento químico, llamado "azogue" por los mineros, atrapa el oro, formando un compuesto o amalgama.

En forma paralela, se trabaja el material de mayor tamaño en el trapiche. Este molino de ruedas posee una mayor capacidad de trituración y procesamiento de material que el tambor.

Como proceso es muy similar al anterior, ya que también se aplica mercurio para separar el oro del material. El azogue o mercurio se aplica en dos formas… en las planchas que se colocan en los bordes del trapiche… y directamente en el agua que va lavando el material en la molienda.

El trapiche tiene, además, un sistema de decantación posterior. En sucesivas etapas y por diferencias de densidad, se va decantado material con distintos contenidos de oro, hasta llegar a un concentrado o barro fino.

Una vez seco, este concentrado se procesa en plantas especiales para extraer el porcentaje de oro que todavía conserva. Sin embargo, este oro es ya propiedad del dueño del trapiche.

Para el pirquinero o minero artesanal, el beneficio concreto del oro se mide al final del proceso de molienda y lavado del material.

Con el máximo de cuidado se recoge el mercurio amalgamado con el oro que se encuentra en el fondo del tambor… También el que se adhirió a la plancha metálica por donde escurría el agua.

En el trapiche se hace un proceso similar para recoger el mercurio amalgamado en las planchas metálicas y el que se encuentra depositado en el fondo de la taza. Se recoge hasta la mas ínfima porción de mercurio para no perder ni un gramo de oro.

Una vez bién separado, se le filtra en una tela fina para sacar el mercurio sobrante que no forma parte de la amalgama.

Es el momento cuando el minero ve, finalmente, el resultado de su esfuerzo de muchos días. Por el tamaño de esta amalgama, llamada "pella" en la jerga minera, sabe cuantos gramos de oro obtendrá de su faena.

Sumando todas la "pellas", han sacado unos 160 gramos de oro. Vendido en Copiapó, el gramo vale unos 4.000 pesos. Descontando gastos y considerando los días de trabajo de 4 a 5 personas, es un resultado que para estos tiempos no se considera malo, aúnque en verdad sólo alcance para sobrevivir.

El precio varía también según la forma en que el oro se venda. Se puede vender la pella como tal… o vender el oro limpio, luego de someterlo a un proceso de purificación y fundido.

Un fuerte calentamiento permite eliminar el mercurio por un proceso conocido como "sublimación". Queda el oro en escamas, pero con algunas impurezas. Esta es la forma en que el oro se vende habitualmente.

Para limpiar el oro en forma completa y llevarlo a un trozo de metal puro, se le trata con ácido sulfúrico y alta temperatura.

La zona de Inca de Oro tuvo una extraordinaria riqueza minera. Bién merece el título de la California Chilena. Pirquineros modestos y sencillos, aventureros de todo tipo, lograron aquí grandes y rápidas fortunas.

En los alrededores de Inca de Oro se aprecia la enorme historia de trabajo y riqueza minera que reinó en estas tierras algunas décadas atrás. Por todos lados se ven maquinarias y antiguos vehículos abandonados de las distintas minas que trabajaron en la época de esplendor.

La Rhodesia, una de las minas mas famosas por su riqueza en oro, está hoy cerrada. Como la mayoría de las minas en torno a Inca de Oro, su explotación ya no es rentable.

Estas filmaciones, registradas en Septiembre de 1998, son las últimas faenas que se efectuaron en la afamada Rhodesia.

El minero del oro, en su dimensión artesanal: el pirquinero, es ya una especie en extinción. Las bajas calidades de los minerales disponibles y las tecnologías industriales de extracción en grandes volúmenes, hacen hoy muy poco rentable su trabajo artesanal.

Pero muchos pirquineros, como Raúl Adriazóla, se niegan a desaparecer. Como todos los días, Raúl deja preparada su comida antes de salir al cerro en busca del oro. Esta seguro de que algún día de estos nuevamente encontrará –y también otros mineros como él- ricas vetas de oro que le devolverán a esta comarca la fortuna y esperanza perdidas. Confiado en este destino, sigue haciendo su rutina diaria de pirquinero.

El pirquinero es por esencia un ser libre e independiente. Trabaja sólo o se une temporalmente a grupos, pero nunca lo hace "apatronado". Esta es la clave de su oficio y el porque se resiste a desaparecer.

Su modo de vida y trabajo –que tiene mas de dos siglos de existencia- forma parte de la mas profunda tradición cultural del norte chileno.

Todo parece indicar que Inca de Oro, finalmente será abandonado. Con ella se extinguirá la historia y el oficio de muchas generaciones de pirquineros… A menos que un día de estos, el oro vuelva a brillar con abundancia en sus hoy solitarios cerros.